El Imperialismo tuvo numerosas consecuencias, por un lado para los países capitalistas y colonizadores, pero sobre todo para los territorios colonizados.
Consecuencias Demográficas
La nueva medicina estaba consiguiendo que la población
pudiese adquirir edades muy avanzadas, con una alta tasa de natalidad y una muy
baja mortalidad, provocó un aumento
de población difícil de sostener. El gran desequilibrio
entre los recursos y la población, obligó a muchos Europeos a buscar nuevos territorios donde
iniciar una nueva y mejor vida, en la mayoría de las ocasiones, fuera de
Europa.
Poblaciones
autóctonas, desconocedoras de las enfermedades europeas, pronto contrajeron enfermedades como la viruela o gripe, totalmente desconocidas en el continente americano y que provocaron una drástica
reducción de la población indígena, poco o nada resistentes a ellas.
Con
motivo de la reducción de la población autóctona, los países colonizadores introdujeron población indígena procedente de otras colonias como
ocurrió con las colonias africanas, llevando esclavos y población
procedente del continente africano al americano.
Consecuencias Económicas
Con la explotación de los nuevos territorios y el establecimiento de ciudades,
comercios y empresas, hizo necesario la inversión en infraestructuras. Las materias primas fundamentales para
el buen funcionamiento de la industria hacia necesario el establecimiento de
líneas de ferrocarriles, puertos, vías, puentes, etc. Ahora eran las colonias las que se encargaban de alimentar a las metrópolis, que como hemos visto, sufrían el
desabastecimiento tanto de productos agrícolas como de materias primas, tan
necesarias para los productos
manufacturados que
después se vendían a las colonias.
La agricultura también experimenta un gran cambio,
con la llegada de las maquinaria
agrícola, la
producción se multiplicó. Ahora la agricultura tradicional y autosuficiente
pasa a ser sustituida por las grandes
explotaciones, donde
prima el monocultivo, transformando de esta manera la economía tradicional de la zona.
Consecuencias Sociales
La sociedad
también se transformó,
la nueva industria y la expansión económica gracias a las colonias, provocan la
aparición de una nueva clase social en la metrópolis, la Burguesía. La burguesía estaba formada principalmente por altos cargos
funcionariales, comerciantes, antiguos dirigentes, miembros destacados del
ejército, etc.
En las colonias, la
nueva clase burguesa siempre
tenían que ver con la administración de las colonias, como altos funcionarios, militares y
comerciantes o empresarios que estaban haciendo grandes negocios con las
explotaciones coloniales.Nuevas mansiones afloran por las nuevas colonias.
Los Burgueses nueva clase social dirigente
Consecuencias Políticas
Las
consecuencias políticas no se sufrieron de la misma manera en todos los
territorios, estas vinieron en función de la relación que la metrópolis
mantenía con sus territorios y el grado de dependencia de los que estos podrían
disfrutar.
En
muchos casos esta dependencia vino marcada por conflictos de distintas índoles,
siendo lo más habitual la poca consideración que la metrópolis tenía tanto a
las tradiciones ancestrales como antiguos rituales autóctonos. Este descontento
sobre todo en las clases medias nativas que ahora occidentalizadas comenzaban a
formar el germen del anti-imperialismo.
Consecuencias Culturales
Las poblaciones indígenas pronto comenzaron a sufrir las
consecuencias imperialistas con la pérdida de sus propia identidad cultural. En
la mayoría de los casos se les impuso
una serie de pautas de buena conducta y educación. Se les obligó a expresarse en la
lengua colonizadora, como era el inglés, francés y español.
El
despojarles de sus señas de identidad provocó en mucho de los casos el abandono de sus tradiciones tanto religiosas como gastronómicas,
medicinales, etc. La imposición del cristianismo como religión única ya sea en
su variante católica, protestante, etc, provocó que mucha tribus africanas olvidaran
su esencia cultural o fusionaran
sus creencias con las nuevas doctrinas.
Los ritos ancestrales, fueron sustituidos por las
religiones Oficiales
Consecuencias Ecológicas
Con el descubrimiento de nuevas especies tanto vegetales como animales,
cientos de estudiosos y curiosos rápidamente pusieron sus ojos en estas
zonas, provocando la destrucción
de muchos de estos ecosistemas recién descubiertos.
La colonización de nuevos territorios provocaron grandes cambios ecológicos, hasta el punto de que muchas
especies, como el bisonte, llegaran al punto casi de desaparecer. Por otro
lado, la introducción de especies
desconocidas en
los nuevos territorios, provocaron verdaderas plagas como ocurrió en Australia
cuando se introdujo el conejo, un animal desconocido y sin depredadores
en el nuevo continente y con un alto índice de natalidad que provocó un
verdadero problema, una plaga.
Las grandes masas
forestales comenzaron a talarse, la madera y la sobreexplotación de ésta sumado a la introducción
de los grandes monocultivos, provocaron la desaparición de grandes masas
forestales o la contaminación de ríos y acuíferos, por la extracción de metales preciosos como puede ser el oro.
La
superioridad económica, armamentística y de infraestructuras de las potencias
colonizadoras obligó literalmente a estos pueblos a convertirse en meros
instrumentos para el enriquecimiento de los imperios. Muchas de estas
consecuencias, por no decir todas, se siguen dejando ver, por ejemplo, en el
África negra, un territorio que ha perdido su identidad desde la época del
imperialismo y cuyos países llevan años sumidos en irracionales guerras
civiles.
Una de
las consecuencias más evidentes tiene que ver con el ámbito geográfico, y es
la reordenación de numerosos
terrenos y la aparición de grandes imperios, en especial el Imperio Británico. Estos
imperios dominaban grandes zonas de terreno con fronteras difusas, y
habitualmente obligaban a los pueblos que allí vivían a unirse o separarse en
contra de su voluntad. Esto creó tensiones contra los imperios y entre los
propios pueblos, algunas de las cuales persisten hasta hoy en día. También se
produjeron numerosos cambios sociales.
Muchas
poblaciones indígenas fueron apartadas de sus territorios, otros optaron por
el éxodo rural para trabajar como obreros,
construyendo infraestructuras o en plantaciones agrícolas. Muchos sufrieron la
llamada marginalidad urbana.
Por otro
lado, los pueblos colonizados tuvieron que dejar atrás su cultura, su lengua o sus tradicionales religiosas para acatar las normas, leyes y
creencias de los pueblos imperialistas. Principalmente se impuso la religión
cristiana y las lenguas francesa e inglesa, provocando en los pueblos
colonizados una pérdida de sus valores y señas culturales ancestrales.
Las colonias también fueron territorio
habitual de combate entre
las potencias colonizadoras. Estos terrenos, alejados de la “madre patria” eran
un buen lugar medir fuerza en batalla sin causar pérdidas en la propia nación.
Por ello, muchas de estas naciones colonizadas no vivieron en tranquilidad con
la llegada de los colonizadores, sino que en muchos casos también fueron
obligadas a combatir contra el enemigo del imperio.
Los nuevos cultivos
Una de
las principales razones que tenían los colonizadores para establecerse en los
nuevos territorios era aprovechar su potencia económica y de infraestructuras
para sacar todo el beneficios posible de los recursos naturales que poseían dichas colonias. En este sentido, también
se cambiaron los métodos tradicionales de producción en pos de otros sistemas
más europeos y mecanizados.
El
sistema de agricultura de subsistencia ancestral dejó paso a nuevos métodos
cuyo objetivo principal era lograr el mayor volumen de exportaciones posible.
En definitiva, las colonias se convirtieron en un buen sitio donde adoctrinar a
las gentes, saquear los recursos, abastecer a la metrópoli y dirimir batallas
contra los enemigos. Esto provocó el aumento de las tensiones con los pueblos y
entre imperios que terminarían por desembocar en la 1ª Guerra Mundial.Justificación Ideológica
Los estados imperialistas, especialmente Gran Bretaña y Estados Unidos,
justificaron sus actuaciones en los países que colonizaban no solo argumentando causas
políticas y económicas, sino también razones supuestamente racionales.
Ciertamente, los países imperialistas pusieron en marcha una compleja
maquinaria propagandística e ideológica cuyo objetivo era presentar y convencer
a toda su población de que sus motivos para realizar tales acciones estaban
justificados desde un punto de vista moral.
El comercio de productos procedentes de las
colonias
La más
importante de estas justificaciones se basó en la que se ha venido llamado
la teoría del darwinismo social. Esta teoría, derivada de
los estudios sobre la evolución de las especies de Charles Darwin, que indicaba
que el proceso evolutivo no solo se aplicaba a los animales, sino también a la
especie humana y a las instituciones gubernamentales.
Así, las
instituciones más avanzadas y más fuertes eran naturalmente más aptas para la
supervivencia y tenían el derecho de extenderse sobre las demás para
“civilizarlas” e implementar en otros lugares menos desarrollados su forma de
vida superior. Según esta línea de pensamiento, los pueblos
dominados eran inferiores, por lo que no solo era el derecho de los
países más poderosos sino incluso su deber moral ayudarles a mejorar a través
de su dominio y de la extensión de su vasto conocimiento.
Con el tiempo, esta visión llegó a radicalizarse enormemente y en algunos
sectores políticos se estableció la creencia de la “supervivencia del
más apto“, es decir, que para continuar evolucionando se tenía que
exterminar a aquellos individuos que fueran más débiles, que no fueran
considerados válidos para la sociedad o que, directamente, fueran tenidos como
inferiores, pues lastraban la mejora de la sociedad. Este tipo de creencias se
extendió mucho y se encuentra en la base de actuaciones tales como el exterminio
sistemático de indígenas, la aplicación de teorías relacionadas con la
eugenesia y de diversas políticas de mejora de la raza aria impuestas por el
gobierno nazi, por citar solo algunos ejemplos.
Asimismo,
muy relacionada con esta teoría se encuentra otra idea que se hizo muy popular
durante la época imperialista y que defendía que había una gradación o una
escala evolutiva también en las razas humanas que indicaba que el
hombre blanco era la especie más evolucionada del planeta. A partir de
él y en una escala descendente, el resto de las razas eran consideradas más
primitivas, lo que le daba a los pertenecientes a esa cúspide evolutiva una
ventaja natural sobre los demás. Esas personas que se encontraban por debajo de
ellos según esta ideología eran consideradas menos inteligentes, menos
desarrolladas y menos capaces en todos los ámbitos, llegándose en muchos casos
a considerar al resto tan inferiores que se presentaba la necesidad de que
fueran custodiados y titulados por quienes se consideraban sus superiores en
todos los sentidos.
Esta
forma de pensar daba al imperialismo un claro revestimiento moral: las acciones
que se llevaban a cabo en diferentes territorios de África, Asia y Oceanía no
estarían realizando acciones hostiles contra territorios que eran iguales que
ellos, sino que estaban ejerciendo la obligación que
tenían de tutelar y llevar a la civilización a aquellos pueblos que
prácticamente se consideraban salvajes. Su superioridad,
por lo tanto, les daba todo el derecho que necesitaban para llevar a cabo las
actividades relacionadas con la dominación y explotación de diversos
territorios de otros continentes.
Material extraído de la Web
CLASES DE HISTORIA.COM