domingo, 2 de junio de 2019

El Imperialismo en el Siglo XIX - Consecuencias del Imperialismo

El Imperialismo tuvo numerosas consecuencias, por un lado para los países capitalistas y colonizadores, pero sobre todo para los territorios colonizados.

Consecuencias Demográficas

La nueva medicina estaba consiguiendo que la población pudiese adquirir edades muy avanzadas, con una alta tasa de natalidad y una muy baja mortalidad, provocó un aumento de población difícil de sostener. El gran desequilibrio entre los recursos y la población, obligó a muchos Europeos a buscar nuevos territorios donde iniciar una nueva y mejor vida, en la mayoría de las ocasiones, fuera de Europa.
Poblaciones autóctonas, desconocedoras de las enfermedades europeas, pronto contrajeron enfermedades como la viruela o gripe, totalmente desconocidas en el continente americano y que provocaron una drástica reducción de la población indígena, poco o nada resistentes a ellas.
Con motivo de la reducción de la población autóctona, los países colonizadores introdujeron población indígena procedente de otras colonias como ocurrió con las colonias africanas, llevando esclavos y población procedente del continente africano al americano.

Consecuencias Económicas

Con la explotación de los nuevos territorios y el establecimiento de ciudades, comercios y empresas, hizo necesario la inversión en infraestructuras. Las materias primas fundamentales para el buen funcionamiento de la industria hacia necesario el establecimiento de líneas de ferrocarriles, puertos, vías, puentes, etc. Ahora eran las colonias las que se encargaban de alimentar a las metrópolis, que como hemos visto, sufrían el desabastecimiento tanto de productos agrícolas como de materias primas, tan necesarias para los productos manufacturados que después se vendían a las colonias.
La agricultura también experimenta un gran cambio, con la llegada de las maquinaria agrícola, la producción se multiplicó. Ahora la agricultura tradicional y autosuficiente pasa a ser sustituida por las grandes explotaciones, donde prima el monocultivo, transformando de esta manera la economía tradicional de la zona.

Consecuencias Sociales

La sociedad también se transformó, la nueva industria y la expansión económica gracias a las colonias, provocan la aparición de una nueva clase social en la metrópolis, la Burguesía. La burguesía estaba formada principalmente por altos cargos funcionariales, comerciantes, antiguos dirigentes, miembros destacados del ejército, etc.
En las colonias, la nueva clase burguesa siempre tenían que ver con la administración de las colonias, como altos funcionarios, militares y comerciantes o empresarios que estaban haciendo grandes negocios con las explotaciones coloniales.Nuevas mansiones afloran por las nuevas colonias. Los Burgueses nueva clase social dirigente

Consecuencias Políticas

Las consecuencias políticas no se sufrieron de la misma manera en todos los territorios, estas vinieron en función de la relación que la metrópolis mantenía con sus territorios y el grado de dependencia de los que estos podrían disfrutar.
En muchos casos esta dependencia vino marcada por conflictos de distintas índoles, siendo lo más habitual la poca consideración que la metrópolis tenía tanto a las tradiciones ancestrales como antiguos rituales autóctonos. Este descontento sobre todo en las clases medias nativas que ahora occidentalizadas comenzaban a formar el germen del anti-imperialismo.

Consecuencias Culturales

Las poblaciones indígenas pronto comenzaron a sufrir las consecuencias imperialistas con la pérdida de sus propia identidad cultural. En la mayoría de los casos se les impuso una serie de pautas de buena conducta y educación. Se les obligó a expresarse en la lengua colonizadora, como era el inglés, francés y español.
El despojarles de sus señas de identidad provocó en mucho de los casos el abandono de sus tradiciones tanto religiosas como gastronómicas, medicinales, etc. La imposición del cristianismo como religión única ya sea en su variante católica, protestante, etc, provocó que mucha tribus africanas olvidaran su esencia cultural o fusionaran sus creencias con las nuevas doctrinas.
Los ritos ancestrales, fueron sustituidos por las religiones Oficiales

Consecuencias Ecológicas

Con el descubrimiento de nuevas especies tanto vegetales como animales, cientos de estudiosos y curiosos rápidamente pusieron sus ojos en estas zonas, provocando la destrucción de muchos de estos ecosistemas recién descubiertos.
La colonización de nuevos territorios provocaron grandes cambios ecológicos, hasta el punto de que muchas especies, como el bisonte, llegaran al punto casi de desaparecer. Por otro lado, la introducción de especies desconocidas en los nuevos territorios, provocaron verdaderas plagas como ocurrió en Australia cuando se introdujo el conejo, un animal desconocido y sin depredadores en el nuevo continente y con un alto índice de natalidad que provocó un verdadero problema, una plaga.
Las grandes masas forestales comenzaron a talarse, la madera y la sobreexplotación de ésta sumado a la introducción de los grandes monocultivos, provocaron la desaparición de grandes masas forestales o la contaminación de ríos y acuíferos, por la extracción de metales preciosos como puede ser el oro.
La superioridad económica, armamentística y de infraestructuras de las potencias colonizadoras obligó literalmente a estos pueblos a convertirse en meros instrumentos para el enriquecimiento de los imperios. Muchas de estas consecuencias, por no decir todas, se siguen dejando ver, por ejemplo, en el África negra, un territorio que ha perdido su identidad desde la época del imperialismo y cuyos países llevan años sumidos en irracionales guerras civiles.
Una de las consecuencias más evidentes tiene que ver con el ámbito geográfico, y es la reordenación de numerosos terrenos y la aparición de grandes imperios, en especial el Imperio Británico. Estos imperios dominaban grandes zonas de terreno con fronteras difusas, y habitualmente obligaban a los pueblos que allí vivían a unirse o separarse en contra de su voluntad. Esto creó tensiones contra los imperios y entre los propios pueblos, algunas de las cuales persisten hasta hoy en día. También se produjeron numerosos cambios sociales.
Muchas poblaciones indígenas fueron apartadas de sus territorios, otros optaron por el éxodo rural para trabajar como obreros, construyendo infraestructuras o en plantaciones agrícolas. Muchos sufrieron la llamada marginalidad urbana.
Por otro lado, los pueblos colonizados tuvieron que dejar atrás su cultura, su lengua o sus tradicionales religiosas para acatar las normas, leyes y creencias de los pueblos imperialistas. Principalmente se impuso la religión cristiana y las lenguas francesa e inglesa, provocando en los pueblos colonizados una pérdida de sus valores y señas culturales ancestrales.
Las colonias también fueron territorio habitual de combate entre las potencias colonizadoras. Estos terrenos, alejados de la “madre patria” eran un buen lugar medir fuerza en batalla sin causar pérdidas en la propia nación. Por ello, muchas de estas naciones colonizadas no vivieron en tranquilidad con la llegada de los colonizadores, sino que en muchos casos también fueron obligadas a combatir contra el enemigo del imperio.
Los nuevos cultivos
Una de las principales razones que tenían los colonizadores para establecerse en los nuevos territorios era aprovechar su potencia económica y de infraestructuras para sacar todo el beneficios posible de los recursos naturales que poseían dichas colonias. En este sentido, también se cambiaron los métodos tradicionales de producción en pos de otros sistemas más europeos y mecanizados.
El sistema de agricultura de subsistencia ancestral dejó paso a nuevos métodos cuyo objetivo principal era lograr el mayor volumen de exportaciones posible. En definitiva, las colonias se convirtieron en un buen sitio donde adoctrinar a las gentes, saquear los recursos, abastecer a la metrópoli y dirimir batallas contra los enemigos. Esto provocó el aumento de las tensiones con los pueblos y entre imperios que terminarían por desembocar en la 1ª Guerra Mundial.

Justificación Ideológica

Los estados imperialistas, especialmente Gran Bretaña y Estados Unidos, justificaron sus actuaciones en los países que colonizaban no solo argumentando causas políticas y económicas, sino también razones supuestamente racionales. Ciertamente, los países imperialistas pusieron en marcha una compleja maquinaria propagandística e ideológica cuyo objetivo era presentar y convencer a toda su población de que sus motivos para realizar tales acciones estaban justificados desde un punto de vista moral.
El comercio de productos procedentes de las colonias
La más importante de estas justificaciones se basó en la que se ha venido llamado la teoría del darwinismo social. Esta teoría, derivada de los estudios sobre la evolución de las especies de Charles Darwin, que indicaba que el proceso evolutivo no solo se aplicaba a los animales, sino también a la especie humana y a las instituciones gubernamentales.
Así, las instituciones más avanzadas y más fuertes eran naturalmente más aptas para la supervivencia y tenían el derecho de extenderse sobre las demás para “civilizarlas” e implementar en otros lugares menos desarrollados su forma de vida superior. Según esta línea de pensamiento, los pueblos dominados eran inferiores, por lo que no solo era el derecho de los países más poderosos sino incluso su deber moral ayudarles a mejorar a través de su dominio y de la extensión de su vasto conocimiento.
Con el tiempo, esta visión llegó a radicalizarse enormemente y en algunos sectores políticos se estableció la creencia de la “supervivencia del más apto“, es decir, que para continuar evolucionando se tenía que exterminar a aquellos individuos que fueran más débiles, que no fueran considerados válidos para la sociedad o que, directamente, fueran tenidos como inferiores, pues lastraban la mejora de la sociedad. Este tipo de creencias se extendió mucho y se encuentra en la base de actuaciones tales como el exterminio sistemático de indígenas, la aplicación de teorías relacionadas con la eugenesia y de diversas políticas de mejora de la raza aria impuestas por el gobierno nazi, por citar solo algunos ejemplos.
Asimismo, muy relacionada con esta teoría se encuentra otra idea que se hizo muy popular durante la época imperialista y que defendía que había una gradación o una escala evolutiva también en las razas humanas que indicaba que el hombre blanco era la especie más evolucionada del planeta. A partir de él y en una escala descendente, el resto de las razas eran consideradas más primitivas, lo que le daba a los pertenecientes a esa cúspide evolutiva una ventaja natural sobre los demás. Esas personas que se encontraban por debajo de ellos según esta ideología eran consideradas menos inteligentes, menos desarrolladas y menos capaces en todos los ámbitos, llegándose en muchos casos a considerar al resto tan inferiores que se presentaba la necesidad de que fueran custodiados y titulados por quienes se consideraban sus superiores en todos los sentidos.
Esta forma de pensar daba al imperialismo un claro revestimiento moral: las acciones que se llevaban a cabo en diferentes territorios de África, Asia y Oceanía no estarían realizando acciones hostiles contra territorios que eran iguales que ellos, sino que estaban ejerciendo la obligación que tenían de tutelar y llevar a la civilización a aquellos pueblos que prácticamente se consideraban salvajes. Su superioridad, por lo tanto, les daba todo el derecho que necesitaban para llevar a cabo las actividades relacionadas con la dominación y explotación de diversos territorios de otros continentes.
Material extraído de la Web
CLASES DE HISTORIA.COM