domingo, 6 de diciembre de 2020

domingo, 29 de noviembre de 2020

jueves, 19 de noviembre de 2020

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL - Documental



  1. Mira detenidamente el video y extrae las principales ideas.-
  2. Confecciona una mapa conceptual


miércoles, 18 de noviembre de 2020

domingo, 15 de noviembre de 2020

JOSÉ BATLLE Y ORDOÑEZ - SU VOZ

Escucha detenidamente las grabaciones de los fragmentos de los discursos de Don José Batlle y Ordoñez y anota las ideas que maneja en los mismos.-

domingo, 8 de noviembre de 2020

DON JOSÉ BATLLE Y ORDOÑEZ - SU PENSAMIENTO

Video subido a la Web en conmemoración de los 150 años del nacimiento de Don José Batlle y Ordoñez.
 A través del mismo, mismo podrás apreciar sus pensamientos e ideales su vigencia actual.

  • Debes anotarlos en tu cuaderno y compáralos con la legislación actual
  • Lo vamos a comentar en clase

sábado, 24 de octubre de 2020

EL URUGUAY DEL 900

Las costumbres de los uruguayos de comienzos del siglo XX cambiaron profundamente entre 1900 y 1930. Esta fue una época de grandes transformaciones, producidas por el aumento de población, la afirmación de grupos sociales bien distintos entre sí y las reformas aplicadas en el período…

Bastaría, como ejemplo, la aparición de la mujer en algunos aspectos de la vida pública que, aunque todavía   débilmente, no podía imaginarse a principios del Novecientos.

Se ha creado dos accesos directos a PPT. En ellos  puedes observar muchas fotos de época y leer información que se te ayudarán a comprender el tema.

http://es.slideshare.net/harlington/uruguay-del-900

La moda en el 900

http://es.slideshare.net/profesorazelmines/moda-del-900-20807227

domingo, 18 de octubre de 2020

JOSE PEDRO VARELA - VISITA AL MUSEO PEDAGOGICO



  1. Mire detenidamente el video y reflexione sobre los cambios ocurridos en la enseñanza a partir de la Reforma Educativa de José Pedro Varela
  2. Elabore un informe

lunes, 12 de octubre de 2020

La vida en el Frigorífico Anglo, la "cocina del mundo"


Actividad para trabajar en clase:
  1. Mira el documental y extrae las ideas principales
  2. Relacionalas con lo ya estudiado en clases anteriores

domingo, 4 de octubre de 2020

EL NACIMIENTO DEL URUGUAY MODERNO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX


L
os gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876- 1880), Máximo Santos (1882-1886) y Máximo Tajes (1886-1890), fueron los que asentaron el poder central, dominaron a los caudillos rurales y tornaron los alzamientos sino imposibles, difíciles.
El Estado y el ejército gozaron desde ese momento del monopolio de la coacción física, en parte porque el armamento era ya costoso y de difícil manejo para los gauchos - el fusil Remington de repetición y la artillería Krupp hicieron su aparición - ; en parte porque los medios de comunicación (telégrafo) y transportes (ferrocarril) fortalecieron el poder montevideano; en parte porque la sociedad y la economía estaban cambiando y se oponían a las costosas rebeliones del pasado.
También contribuyó el afianzamiento de la paz interna el fortalecimiento del sentimiento nacional que ya no admitió la internacionalización de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales y unitarios argentinos o los bandos brasileños. La unificación de la Argentina y el Brasil, en torno a Buenos Aires y Río de Janeiro, hizo que poco a poco desaparecieran los llamados desde esas naciones a participar en las luchas internas. Desde este ángulo, la "Revolución de las Lanzas" (1870-1872) fue la primera guerra civil puramente uruguaya.
A los militares sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de Julio Herrera y Obes (1890-1894) y Juan Idiarte Borda (1894-1897). Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales respondieron las revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural Aparicio Saravia. Su levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos, el de Juan L. Cuestas (1897-1903).
Electo José Batlle y Ordóñez en 1903, Aparicio Saravia dirigió en 1904 la última gran revuelta rural. Pero estas dos revoluciones difieren de las anteriores: el programa de reivindicaciones políticas tendió a crecer sobre la mera adhesión a la tradición partidaria, y así, en 1897 y 1904, los blancos alzaron las modernas banderas del respeto a la voluntad popular en las elecciones y la representación proporcional de los partidos en el Poder Legislativo.
La paz interna y el fuerte gobierno central montevideano estuvieron vinculados a paralelas transformaciones que ocurrieron en la demografía, la economía, la sociedad y la cultura del Uruguay.
El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 habitantes. El de 1875 poseía ya 450.000 y el de 1900 un millón. El espectacular crecimiento - la población se multiplicó por 14 en 70 años - no tenía parangón en ningún país americano. La alta tasa de natalidad dominante hasta 1890 - 40/50 por mil habitantes - se había unido a una relativamente baja tasa de mortalidad - 20/30 por mil - para ambientar este hecho , pero el factor crucial de la revolución demográfica fue la inmigración europea.
Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos y españoles luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante el siglo XIX. La inmigración fue temprana en relación a la más tardía que arribó a la Argentina, y sobre todo fue cuantiosa en relación a la muy pequeña población existente en 1830. De 1840 a 1890, Montevideo poseyó de un 60 a un 50 % de población extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860 mostró un 35% de extranjeros en todo el país, y el de 1908 redujo esa cifra al 17%.
Los europeos - y brasileños - , con valores diferentes a los de la población criolla, sobre todo los primeros, más proclives al espíritu de empresa y al ahorro; protegidos por sus cónsules durante las guerras civiles y recompensados siempre por sus pérdidas por el estado uruguayo amenazado desde el exterior, se convirtieron hacia 1870-1880 en los principales propietarios rurales y urbanos, como poseían el 56% del total de la propiedad montevideana y el 58% del valor de la propiedad rural.
Los inmigrantes europeos fueron también los iniciadores de la industria de bienes de consumo al grado que en 1889 controlaban el 80% de esos establecimientos. Los inmigrantes, hostiles por lo general a las disputas entre blancos y colorados, exigieron la paz interna.
La estructura económica se modificó. El ovino se incorporó a la explotación del vacuno en la estancia de 1850-1870. De acuerdo al censo de 1852, la existencia ovina se reducía a 800.000 cabezas que daban de 400 a 500 gramos de lana criolla por cabeza, sólo apta para colchones. En 1868 la existencia se estimó en 17 millones que rendían 1,150 gramos de lana merino por cabeza, pues ya se había iniciado el mestizaje con ejemplares procedentes de Francia y Alemania. La lana suple al cuero como principal producto de la exportación uruguaya en 1884 de ahí en adelante, hasta que apareció con vigor la carne congelada en 1910-1920, la lana fue el principal rubro de ventas al exterior.
Esta transformación fue ambientada por el alto precio de la lana en el mercado internacional, debido sobre todo a la desaparición de la fibra competitiva, el algodón, a raíz de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos (1861-1865).
El ovino que podía ser explotado en campos de pasturas de calidad inferior y exigía 5 veces menos tierra por unidad que el vacuno, sirvio de base al desarrollo de la clase media rural. También requería en los comienzos, un incremento de mano de obra. El estanciero poseía ahora además del vacuno criollo que casi solamente adquiria valor por su cuero, el lanar, que el mercado europeo siempre compraba a buen precio.
El Uruguay de fines del siglo XIX tuvo así características económicas que lo singularizaron en el contexto latinoamericano. Producía alimentos - la carne - y satisfacía otras dos necesidades básicas del hombre, su calzado, con el cuero, y su vestimenta con la lana. Sus mercados externos se habían diversificados en vez de tender a la dependencia de un solo comprador. Brasil y Cuba consumían su tasajo; Francia, Alemania y Bélgica, sus lanas; y Gran Bretaña y Estados Unidos, sus cueros. Al comprarle Europa mercaderías que ella también producía, el Uruguay gozó de una renta diferencial elevada, por cuanto Europa mantenía sus ganados con más altos costos de explotación.
Estimaciones recientes del ingreso per cápita en el siglo XIX, realizadas en base al 15% de las exportaciones, permiten sospechar un elevado ingreso en el Uruguay de 1870-1900 - 317 dólares per cápita en 1881-1885, por ejemplo comparable y superior al de los Estados Unidos y muy superior al atribuído al Brasil.
Debemos anotar también que el librecambio británico - y europeo en general - fue una pieza esencial de este sistema económico en el cual el Uruguay vendía a Europa mercaderías que competían con su producción agraria. Mientras ese libre cambio duró - y lo hizo hasta la crisis mundial de 1929 - Uruguay tuvo un lugar económico seguro y rentable en el mundo.
Al ovino siguió el acercamiento de las estancias. Estas fueron alambradas entre 1870 y 1890 tanto para asegurar al propietario el uso exclusivo para sus ganados de las pasturas, como para permitir el mestizaje del ovino y el vacuno con razas europeas. El cerco dejó desocupada a la mano de obra que antes custodiaba el ganado y generó un problema insólito de hambre y miseria rural. Esta desocupación tecnológica se convirtió paradojalmente en un buen caldo de cultivo para las últimas guerras civiles de fines del siglo XIX y principios del XX.
Ovino y cercamiento, dos enormes inversiones aumentaron la necesidad de orden interno que tenían los estancieros. Los terratenientes protagonistas de estos cambios se agremiaron y fundaron la Asociación Rural en 1871, con el fin de imponer la paz interna a toda costa.
Paralelamente ocurrieron transformaciones en el medio urbano. A partir de 1860 comenzaron las primeras inversiones extranjeras, sobre todo británicas. Fueron los avanzados entre 1863 y 1865, la fábrica Liebig en la industria de carnes, y en las finanzas el Banco de Londres y Río de la Plata y el primer empréstito del gobierno uruguayo de los inversores en la City Londinense. En 1884 se estimó en 6,5 millones de libras el total de las inversiones británicas; en 1900 ya eran 40. Los ingleses ya habían construído los ferrocarriles - la primera línea fue inaugurada en 1869 y en 1905, el kilometraje total alcanzaba los 2000 - invertido en los servicios públicos de Montevideo (agua corriente, gas, teléfonos, tranvías) e incrementando sus empréstitos al gobierno y su intervención casi monopólica en el mercado de los seguros.
En el caso de los ferrocarriles, los capitalistas ingleses obtuvieron importantes concesiones del gobierno uruguayo que deseaba ese medio de transporte a cualquier costo con tal de poder utilizarlo para doblegar las revueltas rurales. La mayoría de las líneas gozaron de un interés garantido del 7% del capital ficto de 5.000 liras por kilómetro de vía férrea, lo que ocasionó la construcción de inútiles curvas y tal vez de un 10 a un 5% de kilometraje superfluo. El Estado solo podía intervenir en la fijación de las tarifas si las ganancias de las empresas superaban el 12%, cifra a la que naturalmente nunca llegaron.
El ferrocarril fue esencial para que el gobierno central pudiera controlar el interior. Cuando en 1886 el Río Negro fue cruzado por un puente ferroviario, el Uruguay, que siempre había estado dividido en dos mitades en invierno, se unificó.
Este medio de transporte, así como las otras compañías inglesas instaladas en Montevideo, generaron una corriente de antipatía popular por sus elevadas tarifas y deficientes servicios. El monopolio que usufructuaba el ferrocarril, la empresa de aguas corrientes, la del gas y el oligopolio de las compañías de seguros, contribuyeron a fomentar dudas en la clase política ya en 1890 acerca de los beneficios que acarreaba al Uruguay el capital extranjero no vigilado por el Estado.
Por eso la ley de 1888 instituyó un control estricto de la contabilidad de las empresas ferroviarias y en 1896 se fundó el primer banco del Estado: " Banco de la República Oriental del Uruguay".
Todos estos inversores, como es casi obvio, exigían la pacificación interna del Uruguay, pues las utilidades de la empresas extranjeras y el cobro de los intereses de la deuda del gobierno uruguayo, por ejemplo, estaban ligados a la marcha pacífica y próspera del país.
La inversión británica en el Uruguay, aunque pequeña comparada con la totalidad de las imperiales en el mundo, era cuantiosa comparada con el capital industrial uruguayo. El Uruguay ocupaba el quinto lugar en la cuantía del capital inglés invertido en América Latina, teniendo los primeros puestos Argentina, México, Brasil y Chile. Pero si dividimos la inversión extranjera por el número de los habitantes del país latinoamericano receptor, el quinto lugar se transforma en segundo, sólo detrás de Argentina.
Luego en 1875, el crecimiento demográfico y la legislación aduanera proteccionista ambientaron el nacimiento de la industria moderna. Incipiente y desarrollada sólo en la provisión de bienes de consumo (alimentos, bebidas, muebles, tejidos, cueros), generó tanto un patronato deseoso de orden como un proletariado, numericamente exiguo, pero hostil al enganche en las filas de los ejércitos blancos y colorados.
La sociedad uruguaya, resultante y promotora a la vez de estos cambios, fue muy distinta a la de la primera mitad del siglo XIX. Las clases se diferenciaron con claridad, la dueña de la tierra era compleja, pues al lado del latifundio se consolidó la propiedad mediana con la explotación del ovino. El censo de 1908 permite deducir que los predios de 100 a 2.500 hectáreas, asimilables a estancias de la clase media rural, ocupaban el 52% de la superficie apta, y que 1391 predios de más de 2501 hectáreas - los latifundios - ocupaban el 43% de esa superficie. Este era el fruto de una larga evolución histórica que salvo a la gran propiedad pero la obligó a cohabitar con una importante clase media rural. Las guerras de la independencia y las civiles con su cortejo de ruina ganadera, robos de haciendas e interrupción de la producción, tuvieron otra consecuencia importante: la titularidad de la propiedad cambio de manos velozmente en el siglo XIX. El latifundio existía en 1900 pero los latifundistas ya no eran los mismos del período colonial o de los primeros años del Uruguay independiente. La clase alta olía a nuevos ricos. Eso disminuyó su poder y su prestigio en el seno de la sociedad.
Los estancieros gozaban en 1900 de la posesión de dos monopolios: la tierra y la carne, valorizadas ambas con los avances de la industria saladeril y sobre todo con la fundación en 1905 del primer frigorífico exportador de carnes congeladas a Europa.
El proletariado rural ya no podía optar entre la vagancia y la labor en las estancias, ahora debía trabajar para alimentarse. Los desocupados miserablemente en los llamados "pueblos de ratas", cambiando su anterior dieta carnívora por ensopados de escaso valor nutritivo. El servicio doméstico o la prostitución para las mujeres; el peonaje, la esquila, el contrabando y el robo de ganado para los hombres, fueron las actividades del gaucho moderno. Pero, ya empezó a emigrar a las ciudades.
En Montevideo, la aparición de la "cuestión social" fue la novedad. Aunque el ascenso social aún era posible, las condiciones de vida del proletariado industrial eran duras. Las jornadas de 11 o 15 horas ambientaron la prédica anarquista y la fundación de los primeros sindicatos hacia 1875. El viejo temor de la clase empresaria a la subversión blanca, fue poco a poco sustituído por su nuevo miedo a la revolución social.
Ocurrieron cambios también en el orden cultural y mental. La Universidad abrió sus puertas a los estudios de abogacía en 1849, a los de Medicina en 1876 y a los de Matemáticas en 1888. En 1877, el gobierno del coronel Latorre, inspirado por José Pedro Varela, decretó una importante reforma en la enseñanza primaria, volviéndola obligatoria y gratuita y otorgándole recursos para su desarrollo. La tasa de analfabetismo que era elevadísima, comenzó a descender. El deseo de incrementar la actividad política de los habitantes y a la vez prepararlos mejor para el nuevo orden económico estuvo detrás de esta transformación.
El Uruguay también secularizó sus costumbres y su cultura. En 1861 la Iglesia Católica comenzó a perder su jurisdicción sobre los cementerios; en 1879 el estado decidió llevar los Registros del Estado Civil aunque admitió que el casamiento religioso precediera al civil. En 1885 se instituyó el matrimonio civil obligatorio y este debió celebrarse antes que la ceremonia religiosa. En 1907 se aprobó la primera ley de divorcio.
A pesar de que en las escuelas del Estado, aún se aprendía el catecismo, la hostilidad de las autoridades y muchos maestros, redujo esa educación al mero aprendizaje de memoria del Catecismo, sin ninguna explicación previa. En 1909 fue suprimido por completo este resto de enseñanza religiosa.
La juventud universitaria, hecho tal vez más significativo que los anteriores, se embarcó primero en el espiritualismo ecléctico (1850-1975) y luego de esa fecha en el positivismo y el agnosticismo, cuando no el ateismo. La Iglesia Católica se sintió perseguida y reaccionó, pero el grueso de las clases dirigentes y buena parte de la población o siguieron hostilizándola o la miraron con indiferencia. De acuerdo al censo de 1908, los católicos ya no eran la mayoría absoluta entre los hombres nativos de Montevideo. Su 44% era seguido muy de cerca por un 40% de hombres nativos que se habían declarado liberales.
Otro signo de la modernidad fue la aparición de un nuevo modelo demográfico. La natalidad comenzó a decrecer ya en 1890, la edad promedio del matrimonio femenino ascendió de 20 a 25 años, y comenzaron a aparecer las primeras formas de control artificial de la natalidad, denunciadas con vigor por el clero católico.
De este modo llegó al siglo XX el país mas tempranamente europeizado de América Latina.

documento elaborado por: José Pedro Barrán


Lea detenidamente el texto y extraiga las ideas principales

sábado, 26 de septiembre de 2020

MODERNIZACION DEL URUGUAY




http://www.slideshare.net/Anacodina172/modernizacion-2013?qid=51e86344-c4c2-45cd-bbcc-0ba714426ec6&v=default&b=&from_search=3

Las diapositivas sobre la Modernización del Uruguay en la segunda mitad del siglo XIX, te ayudan a comprender el tema. 
Léelas atentamente y luego confecciona un mapa conceptual con la información que consideres relevante para trabajar en clase.
 También puedes complementar con la información que hay en el libro de Historia

domingo, 13 de septiembre de 2020

Inmigrantes

En ocasión del Bicentenario, nos preguntamos:
 

I. ¿Cuáles fueron los aportes de los inmigrantes a la sociedad uruguaya?

Los inmigrantes desempeñaron un papel central en el impulso y la concreción de los procesos de modernización, urbanización e industrialización del país que se fueron gestando hacia fines del siglo XIX y principios del XX. Contribuyeron a habilitar  dichos procesos  formando una clase trabajadora  que fue  consolidándose dentro del contexto ideológico del primer batllismo que impulsó políticas sociales para la igualdad de oportunidades y la tuición del Estado sobre el ciudadano.
 Las diferentes oleadas migratorias, especialmente las  que tuvieron lugar en  la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, estuvieron constituidas mayormente por trabajadores no especializados o semi-especializados, de origen humilde, que buscaban mejorar sus niveles de vida,  escapando de la pobreza y en algunos casos, de la persecución. Muchos inmigrantes trabajaron en pequeños talleres familiares como artesanos especializados, o como empleados  y obreros en las industrias y servicios. Fundaron los primeros sindicatos (italianos, españoles, judíos) y las primeras organizaciones mutuales y cooperativas en el ámbito de la salud, se preocuparon por la educación de adultos, y por sus tradiciones y creencias. También la agricultura fue impulsada por la mano de obra inmigrante (españoles, italianos, valdenses, suizos), mejorando sus técnicas productivas y, de modo indirecto, ampliando los resultados de la ganadería.
 Asimismo, los inmigrantes configuraron un sustantivo aporte en la formación  de una  fuerte y mayoritaria clase media, que utilizó la educación laica y gratuita para fortalecerse e iniciar su ascenso social.
 A los efectos de integrarse a la sociedad nacional sin perder por ello sus tradiciones, lenguas e identidades, las diferentes colectividades se organizaron, fundando instituciones de apoyo al recién llegado y a sus familias y descendientes, tales como cooperativas de ayuda mutua, y de ahorro y crédito,  escuelas  para adultos, asociaciones para el cuidado de la salud y prevención de la enfermedad, escuelas para niños  con enseñanza del idioma materno, instituciones religiosas, etc. Este proceso no solamente  estructuró internamente dichas colectividades, sino que al mismo  tiempo, ofreció  modelos  para el surgimiento de posteriores políticas sociales nacionales bajo responsabilidad del incipiente Estado de bienestar.
 La presencia de inmigrantes en la sociedad vernácula, auspició  estilos de vida cosmopolitas, trayendo sustancia a los vínculos con los  países de origen, e incorporando  pautas  culturales que cambiaron la cultura de la joven nación a partir de modos de civilidad y de expresión de la vida pública  antes desconocidos. En líneas generales, las culturas traídas por los grupos de inmigrantes incorporaron  diversidad de perspectivas frente a la integración homogeneizadora  del empuje modernizador, aportando  variedad  de modos de pensar y de creer,  transformaciones en la vida privada, e influyendo fuertemente en las conductas familiares y en las de género, entre otras. 
La sociedad nacional se enriqueció en cuanto a ganar pluralismo a partir del ingreso  nuevos  mitos y sistemas de creencias, traídos por los inmigrantes (San Genaro, Santa Lucía, San Cono). Así como los esclavos africanos y sus descendientes trajeron consigo y mantuvieron las bases de sus religiosidades africanas, a partir de las cuales se establecieron sincretismos con las  creencias de los pobladores cristianos, el proceso evolutivo de la población fue incorporando las tradiciones, costumbre y mitos de los inmigrantes, e inició su lento camino hacia el multiculturalismo.

II) ¿Cuáles fueron las políticas de inmigración?
A lo largo del proceso histórico de formación de la sociedad vernácula, las corrientes inmigratorias aumentan, disminuyen o cesan, sujetas a los avatares de la economía y de los acontecimientos internacionales, pero la legislación, por su parte, marca ciertos ordenamientos cronológicos al regular  la entrada y los tipos de inmigrante que la nación está dispuesta a recibir. 
 De acuerdo a la legislación inmigratoria uruguaya, se pueden señalar, en términos generales, momentos diferenciados del proceso inmigratorio. 
  La realidad económica uruguaya, a mediados del siglo XIX, se había caracterizado por una economía pastoril, dominada por el latifundio y la ganadería extensiva, una limitada explotación agrícola e inexistente desarrollo industrial1. Extintas las culturas nativas2, los bajísimos niveles demográficos impedían la implementación de una estructura productora a gran escala.  
 Según Daverio, Geymonat y Sanchez, “pese a la promulgación de la ley 320 de 1853, por la que se aprueban estímulos a la inmigración, así como la instalación de sociedades de fomento, protección y colonización,(...) no existió un plan nacional que cumpliera con los objetivos de poblar la campaña....”3
 De 1890 a 1932. Hacia fines del siglo XIX, comienza una preocupación gubernamental de los legisladores, en el sentido de impulsar la colonización agrícola, y aparecen varios decretos en ese sentido. Finalmente, comienza una abierta política inmigratoria a nivel general. La ley básica de fomento de la inmigración, ley 2096 del 19 de junio de 1890, se inspiró en la ley 817 de 1876, proyectada en la Argentina por Nicolás Avellaneda4 y otorgó a los Cónsules Uruguayos en el extranjero, amplias facultades para intervenir a favor de inmigrantes que deseasen venir al país. Un sistema de franquicias, anticipos de pasajes y otras facilidades, expresaron el interés manifiesto del Estado por recibir caudal inmigratorio. El espíritu de la ley y sus leyes complementarias posteriores, apuntaban al ingreso de una determinada clase de inmigrantes: la mano de obra humilde y trabajadora.
Este proyecto, que alentó a “hacer la América” a miles de individuos de pueblos empobrecidos, se proponía la elaboración de una cultura nacional predominantemente urbana e industrial, en la que la igualdad de oportunidades operara como instrumento de integración no solo de las diferencias culturales sino también de las de estrato, ocupación, creencias y educación. Puede afirmarse, entonces, que en nuestro país “las identidades colectivas […] fueron estructuradas, en mayor medida aún que en otras naciones de Hispanoamérica, a través del Estado”5 y que “un siglo de gobiernos civiles más o menos interrumpidos reforzaron esta imagen, que se vio socavada sólo con el deterioro social y la interrupción política de los años 60 y 70”.6
Es importante hacer notar que el artículo 27 de esta Ley de Fomento de la Inmigración, “prohíbe la inmigración de asiáticos y africanos y de los individuos conocidos con el nombre de zíngaros o bohemios.”7 Esta inexplicable interdicción es atenuada, sin embargo, por la Ley 3051 de 1906 que, interpretando este artículo, declaró no comprendidos en la prohibición a “los sirianos procedentes de la región del Líbano”. Y un decreto posterior, de 1915, modificó esta disposición legal al establecer, en su artículo 3º, inciso F: “Se consideran inmigrantes de rechazo: los asiáticos y africanos que, a juicio de las autoridades de inmigración, sea conveniente su rechazo.” Todo ello abrió las puertas del país a los inmigrantes.
 La etapa de mayor empuje inmigratorio sería la que va desde 1890 a 1932, con años culminantes como 1912 y 1913. En todos los casos, se favorecía la inmigración de mano de obra no especializada o semi-especializada, a los efectos de aportar a la infraestructura industrial del país. El Censo Nacional de Población de 1908 señaló un 18% de extranjeros de todo el país. Después de un ligero estancamiento durante los años de la Primera Guerra, la inmigración continúa nuevamente en aumento hasta la década del 30. 
 El contingente inmigratorio que llega al Uruguay, está integrado por eslavos, lituanos, sirio-libaneses, rusos, rumanos, austro-húngaros, polacos y  judíos sefardíes provenientes de Turquía, Palestina y África del Norte. Se trataba, mayormente, de gente joven y muy joven, sin oficio específico, o con desempeño en la artesanía: carpinteros, aparadores de calzado, peleteros, obreros textiles, impresores, sastres. Una aguda observación de Elie Verblum describe así a los inmigrantes judíos de la época del 20: “Gente joven, casi siempre mal vestida, que se esparció por los pequeños talleres de sastrería y carpintería o deambuló cargando cestos con chucherías o algunas docenas de corbatas multicolores tendidas al hombro, por calles y callejuelas, deslizándose, bajo los rayos de un sol nada familiar, hasta el suburbio cuyo nombre nunca había oído.8
 Entre 1932 y 1941, hay una clara legislación que va poniendo paulatinas trabas a la inmigración de puertas abiertas, debida a una política interna de exacerbado nacionalismo, y a la presión internacional de la Europa de pre-Guerra, para la no-admisión de determinados grupos de inmigrantes. La crisis económica  mundial del 29 y el gobierno autoritario instaurado el 31 de marzo de 1933, estancan el proceso inmigratorio, imponiendo medidas restrictivas y discriminatorias, y dando por finalizado el gran empuje batllista liberal.
La ley 8868 de 1932 regula la entrada de extranjeros y suspende el régimen de la Ley 2096. Establece causales de inadmisión y de expulsión de extranjeros, aún de aquellos que poseían Carta de Ciudadanía Nacional. Otros decretos complementarios de 1934 condicionan restrictivamente la inmigración y finalmente, la Ley 9604 del 13 de octubre de 1936 agrega dos causales totalmente excluyentes, dejando librada la entrada de extranjeros, en última instancia, “a una facultad discrecional del gobierno”9 quien “podrá impedir –siempre que le comprendiese algunas de las causales mencionadas– la entrada de cualquier extranjero aun cuando fuere portador del Certificado Consular.”
 Estas medidas, tomadas en plena persecución de los judíos por el régimen de la Alemania nazi en los territorios de la Europa ocupada,, obstaculizarán en líneas generales la llegada de refugiados provenientes de Europa Oriental y Occidental en los umbrales de la Segunda Guerra Mundial.10
No faltaron, por ello mismo, episodios de rechazo de barcos repletos de refugiados llegados al puerto de Montevideo. De acuerdo a los datos , hubo rechazo consignado de al menos 271 refugiados llegados en diecisiete barcos diferentes entre 1938 y 194111. Valga la pena recordar el caso del vapor Conte Grande, arribado al país en febrero de 1939, cuyos 68 refugiados, fueron recusados por nulidad declarada de sus visas e instados a regresar a lo que significaría su muerte.12
 De 1945 a 1954, período de la  posguerra, llegan algunos sobrevivientes de los campos de exterminio, con documentación a cargo de organismos internacionales. Algunos habían previamente regresado a los países desde donde habían sido deportados, pero al no encontrar a sus familiares, o frente a nuevos brotes de antisemitismo, buscaron reunirse con parientes que, décadas antes, habían emigrado al Uruguay. El vínculo se hacía a través de organismos  internacionales que publicaban periódicamente listas de personas que buscaban a otras. 
 Estos refugiados sobrevivientes, eran, en su gran mayoría, jóvenes de entre dieciséis y veintiséis años, huérfanos, solteros o recientemente casados durante la Liberación. Su juventud se explica, asimismo, por el régimen de “selección” vigente en los campos de exterminio, que aniquilaba desde el principio a individuos maduros o ancianos, a niños y mujeres jóvenes embarazadas. De los contingentes que restaban –adolescentes y jóvenes– el esclavismo, el hambre y los trabajos forzados, dejaban con vida a un mínimo porcentaje que, a fines de la década del 40, estaba en su primera juventud.13
 A mediados de la década del 50 se marca el fin del empuje migratorio europeo al Uruguay
 
 III.¿Cómo se fue conformando la población del país?
La población de nuestro país es resultado de un proceso complejo en el que la llegada de oleadas inmigratorias, el crecimiento demográfico y las tasas de natalidad y mortalidad, entre otras variables, se combinan y entretejen a lo largo de casi tres siglos.   
 Si la sociedad uruguaya contemporánea es en su mayoría cuantitativa descendiente de europeos, principalmente de origen italiano y español, ello resulta de la política de inmigración de puertas abiertas que se iniciara justo después de alcanzar la independencia. En las siete décadas que van de 1830 a 1900, diversas oleadas de inmigrantes europeos hicieron crecer la población del país de manera vertiginosa,  lo impulsaron a llevar adelante los procesos de urbanización e industrialización con los que el país inaugura su etapa moderna en los inicios del siglo XX.
 Este proceso de crecimiento poblacional fue acompañado por variables coadyuvantes: a) subió la tasa de fecundidad, b) bajó la tasa de mortalidad, c) la concentración urbana de la población comienza a crecer pues las tareas rurales no emplean al grueso de la inmigración. La estructura productiva condicionada por extensas tierras dedicadas a la cría de ganado no podía absorber  grandes cantidades de trabajadores o campesinos. Por el contrario, la modalidad de la estructura productiva habría expulsado al inmigrante que, a continuación, se habría establecido en los contextos urbanos. En 1908, 30% de la población del país habitaba en la capital. Entraron en oposición los propósitos de las políticas inmigratorias de aumentar la población y la infraestructura productiva de ganadería extensiva.
 Al intentar delinear las tendencias  que ordenan los movimientos inmigratorios  debemos tener en cuenta dos condicionantes fundamentales: a) las que surgen de las regularizaciones impuestas por la política inmigratoria y de su disponibilidad para la recepción de inmigrantes, y b) las que emergen de los acontecimientos históricos determinantes  en los países de origen de los contingentes inmigratorios. Es la confluencia de estas dos variables  la que provoca los movimientos migratorios cuantitativamente importantes.
 
 

 IV.¿Cómo ocurrió el proceso del arribo de inmigrantes a nuestro país? 

Cuando España establece su primera fortaleza militar en lo que sería la Banda Oriental , los contingentes que llegaron  se encontraron con que ya había soldados portugueses y sus familias establecidos desde antes en la ciudad de Colonia, así como también algunos misioneros jesuitas, junto a grupos de guaraníes nativos, en proceso de conversión al catolicismo.
Otros grupos nativos, que fueron denominados por cronistas y observadores durante los siglos XVIII y  XIX como Charrúas, MinuanesBohanes, Timbúes, Chanáes, etc. (denominaciones que  son problemáticas para identificar cada etnia14) fueron siendo exterminados  en tanto culturas a lo largo del período colonial. De hecho, cuando el país se hace independiente, sobreviven solamente algunos grupos de guaraníes misioneros.
 En el período que va de 1724 a 1851, familias provenientes de Islas Canarias y de Galicia, de condición humilde aumentaron la población de Montevideo.  “Al amparo de un acuerdo internacional de inmigración suscrito con España, hacia 1835, comienzan a arribar canarios, vascongados, navarros y gallegos, pero a partir de 1837, y hasta 1842.43, la presencia mayoritaria será el elemento francés, en especial vasco.”15 En 1842, Montevideo tenía 40.000 habitantes, incluyendo 18.000 franceses.
Entre 1852-1870, llegan brasileños, españoles e italianos, a partir de la finalización de la Guerra Grande: “Descontados los brasileños, que fueron el grupo mayoritario,(...) fueron españoles e italianos quienes conformarán el grueso del aporte europeo, seguidos por franceses y otros grupos menores.”16  Se establecen mayormente en la capital, abocándose, los italianos y los canarios, al trabajo de chacra.
A principios de la década del 60, se establece una colonia agrícola suiza y hacia 1870, se consolida la colonia valdense. Gran cantidad de inmigrantes del sur de Italia, muy pobres, comienza a llegar durante los 60, configurando la oleada mayoritaria en relación a los otros contingentes inmigratorios que llegan hasta las primeras décadas del siglo XX.
 Entre 1880 y 1889,  llegan nuevamente italianos del sur, que trabajaron en tareas de agricultura en las periferias de la capital, en tanto que otros se convirtieron en artesanos y trabajadores urbanos. En esos años, entran al país nuevamente españoles (que se desempeñaron mayormente en tareas de servicio( y franceses.
Por fin en 1890 se promulga la nueva ley de regulación de la inmigración.
 El período de la pre-guerra mundial (1905-1914) se caracteriza por la llegada de campesinos yugoslavos, obreros polacos, agricultores rusos e inmigrantes judíos de Europa Oriental, Turquía y países mediterráneos bajo el dominio islámico. “A los tradicionales aportes italianos (y en mucho menor grado españoles) se agregan nuevos grupos, especialmente eslavos; yugos, polacos y rusos comienzan a ingresar al país Es un hecho significativo que en 1912 se funda en Carmelo la Sociedad Montenegrina, que agrupa a yugoslavos, y que en 1913 se funda la colonia San Javier, con 750 colonos rusos (...).”17  
 En el período 1919-1932, período que incluye el cierre de puertas a la inmigración por parte de Estados Unidos en 1924, arriban a nuestro país 190.000 inmigrantes. A las nacionalidades tradicionales, se suman turcos, armenios, sirios y libaneses, los que constituyen el contingente predominante.
Entre 1932 y1940, llegaron refugiados que escapaban del régimen discriminatorio de la Alemania Nazi y  del totalitarismo de  la  España franquista. Algunos barcos con inmigrantes  que llegaron al puerto de Montevideo fueron rechazados debido a disposiciones del Gobierno, aunque también ocurrieron casos de entrada ilegal al puerto de Montevideo.
  Entre 1945 y 1953, llegaron algunos refugiados sobrevivientes, víctimas de los campos de concentración de la Alemania Nazi y de sus zonas ocupadas, que fueron traídos por la Cruz Roja Internacional.
A partir de 1953, no se ha producido ninguna inmigración masiva. Por el contrario, comienzan a incrementarse los procesos de emigración  de uruguayos hacia otros países.
 
 
 V.¿Por qué es necesario valorar la noción de “extranjeridad”?
La re significación de “lo exótico”  y la recuperación de la extranjeridad  como valor--- pueden hacerse extensivas a la nueva conceptualización de la “europeidad”, ya que aportan motivos para la consideración de subculturas que, si bien, integradas en la sociedad nacional  pueden mantener sus vínculos simbólicos  con sus lugares de origen.18 Ello posibilita incorporar una mayor heterogeneidad a la mirada que se practica sobre la sociedad nacional. En este sentido las diversas colectividades de descendientes se han abocado, desde hace más de una década, a la recolección de autobiografías y testimonios que hacen a la historia particular de algunas inmigraciones19, y han surgido nuevas agrupaciones entre los que invocan una ascendencia africana20. Europa se vuelve de pronto espacios de contraste, prueba de la diversidad, la existencia de un “otro” a la vez que lejano, muy próximo. 
 La  noción de extranjeridad se vuelve necesaria a una cultura para desarmar los estereotipos  rígidos sedimentados e impulsar nuevas recombinaciones conceptuales.  Así, las memorias de la inmigración, al transformarse en materia   narrativa  permiten articular una  re interpretación de la modernización uruguaya. 
 Es claro que en su oportunidad, el proceso cívico hiperintegrador tuvo como función la creación de la nación moderna y la tarea de atenuar los conflictos entre contingentes étnicos diferentes. Pero una vez dejado atrás ese período, la mirada “nueva” busca en ellas la mayor diversidad que realmente tuvieron, el colorido y la riqueza de su heterogeneidad,  lo que delata asimismo una aspiración a profundizar en la democratización de la sociedad vernácula y en la idea de tolerancia. La perspectiva de una sociedad  multiculturalista  ofrece al ciudadano una mayor libertad de aparecer al mismo tiempo frente a otros, como un semejante y como un diferente, y de ejercer esa diferencia sin las presiones del estigma o la exclusión.
 Merece un estudio aparte la consideración de los diferentes prestigios atribuidos por el imaginario de principios del siglo XX a los diferentes tipos de corrientes migratorias. Europeos “prestigiosos” tales como ingleses y franceses, y europeos “subestimados” tales como italianos21, rusos, polacos,  armenios, judíos, libaneses y turcos, configuran dos polos de un continuo de gradaciones distintivas elaboradas por la mirada de los habitantes anteriores---a su vez descendientes de españoles----sobre estas disimiles nacionalidades.
 


Lee el artículo y extrae las ideas principales para comentarlas en clase

sábado, 12 de septiembre de 2020

URUGUAY DEL 900 - LA INTEGRACION DE LA SOCIEDAD URUGUAYA


El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 habitantes. El de 1875 poseía ya 450.000 y el de 1900 un millón. El espectacular crecimiento - la población se multiplicó por 14 en 70 años - no tenía parangón en ningún país americano. La alta tasa de natalidad dominante hasta 1890 - 40/50 por mil habitantes - se había unido a una relativamente baja tasa de mortalidad - 20/30 por mil - para ambientar este hecho , pero el factor crucial de la revolución demográfica fue la inmigración europea.Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos y españoles luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante el siglo XIX. De 1840 a 1890, Montevideo poseyó de un 60 a un 50 % de población extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860 mostró un 35% de extranjeros en todo el país, y el de 1908 redujo esa cifra al 17%.
Entre 1887 y 1890, ingresan 55.000 inmigrantes; entre 1901 y 1914, 228.642, entre 1919 y 1931 (año en que cierra el auge de la inmigración), 195.844.-

viernes, 4 de septiembre de 2020

sábado, 22 de agosto de 2020

POBLACIÓN DE AMERICANA


Información extraída de la web
 

sábado, 15 de agosto de 2020

América Latina en el siglo XIX.

El fracaso de las grandes unidades territoriales. En el período que fue desde 1810 a 1824 finalizó la dominación europea en toda Latinoamérica con la independencia de la misma.

¿Cuáles fueron las causas de ese desmembramiento?
-         Existencia de grandes espacios vacíos y dificultades de comunicación.
-         Selvas, desiertos, cadenas montañosas, inmensos ríos, le dan al continente dimensiones sobrehumanas, lo que contribuye a la fragmentación política.
-         La guerra casi permanente por: rivalidad entre jefes revolucionarios, la navegación de los ríos, la explotación de minas, y los límites territoriales.
-         La diplomacia inglesa, interesada en la división por motivos económicos, apoyó en general los intentos separatistas.
La sociedad latinoamericana.

La sociedad latinoamericana mantuvo esencialmente su estructura colonial, sobre todo en lo que se refiere a la diversidad racial; a la existencia de clases dominantes y a la marginalización de los sectores populares: indios, mestizos y negros.
En la segunda mitad del siglo, la novedad será una intensa inmigración y el surgimiento de los sectores medios.
La economía latinoamericana.

Luego de la independencia se acelera el proceso de vinculación de América Latina al mercado mundial.
Se distinguen dos etapas: la primera, se extiende desde la independencia hasta mediados del siglo XIX y se caracteriza por la apertura al libre comercio, la entrada masiva de mercaderías inglesas y la pérdida de metal precioso circulante, por el pago de las importaciones. La segunda, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la afluencia de capitales extranjeros que se invierten en obras tales como agua corriente, luz, tranvías ferrocarriles y en préstamos a los gobiernos. Asimismo, existe una fuerte demanda de materias primas en los países industrializados. Se destacan tres grupos de países exportadores de materias primas: los de clima templado, que exportan cereales y productos ganaderos; los de clima tropical, que exportan su agricultura (algodón, cacao, maderas) y los países mineros que exportan sus minerales.
Hacia una economía exportadora.

R Tierra. En el período posterior a la independencia el valor de las tierras creció a medida que se construyeron vías de comunicación que las pusieron en contacto con los centros exportadores.

R Latifundio. La explotación agrícola se seguía basando en el latifundio, si bien existía también la mediana y la pequeña propiedad. El latifundio constituía una unidad familiar y una unidad de producción. Ser dueño de un latifundio significaba tener riqueza, ingresos, prestigio social y poder políticos. Las grandes propiedades se concentraban en pocas manos y se llaman “haciendas” en México o “estancias” en Río de la Plata.

RMonoproducción. Muchos de estos latifundios se especializaban en la explotación de un solo producto; a este régimen se le llama de monoproducción o monocultivo. Progresivamente se llevó a la especialización en torno a los productos más demandados, que dieran más beneficios en el mercado internacional. Por ejemplo: café, azúcar, algodón, carne, salitre, cobre.
El monocultivo fue una forma destructiva de explotación extensiva, pues:
-         no se tomaron medidas para conservar la riqueza ante el desgaste del suelo, agotando así la tierra.
-         obligó a traer alimentos de otras zonas a precios elevados.
-         bosques enteros fueron arrasados y sus nativos desplazados.

R “Crecimiento hacia afuera” y dependencia exterior. Al incentivarse la economía, creció la demanda de alimentos y materia prima. El objetivo del capitalismo europea era producir más y transportar con mayor rapidez productos para el consumo. La producción americana creció dentro de los límites del monocultivo, que producía para el mercado mundial lo que tuviese más demanda. Esto se llama “crecimiento hacia fuera”, pues creció no para beneficio de la región sino para unos pocos productores y Europa. América empobreció sus suelos y dependió de los precios que le fijaban desde el exterior.

R La oferta industrial europea. El desarrollo fabril europeo contribuyó a inundar el mercado americano de mercaderías muy variadas a precios más bajos que las producidas aquí: ponchos, cuchillos, telas bebidas se importaron de Inglaterra, así como también productos suntuarios consumidos por los sectores sociales altos de América, gracias a los amplios créditos y a la publicidad de estos nuevos productos.  América se dedicó más a consumir que a producir y nuestras economías exportadoras no pudieron iniciar su desarrollo industrial dado el libe comercio y la ausencia de medidas proteccionistas para la producción local.
    R Libre comercio. Su consecuencia fue la ruina de las artesanías locales que no pudieron competir con la producción europea en gastos y costos.
  
 El impulso económico en la segunda mitad del siglo XIX.

En la segunda mitad del siglo XIX, tiene lugar, un impulso económico mundial. Crece el sistema bancario y la producción fabril. Este proceso se ve favorecido por los adelantos tecnológicos como la navegación a vapor, las líneas férreas, y los grandes puertos con el almacenaje de productos. Inglaterra es en este momento, el “centro” del sistema capitalista mundial y se relacionará con América, la “periferia”, por la necesidad de materia prima.
Luego de la independencia América quedó “vaciada” de sus metales preciosos que marcharon a Europa. La falta de capitales y dinero circulante la hizo recurrir a los bancos europeos, especialmente británicos, los que se beneficiaron enormemente, con los intereses de los empréstitos concedidos a nuevos gobiernos.

RInversiones extranjeras. Se orientaron hacia sectores que las economías locales no estaban en condiciones de desarrollar, como por ejemplo, el sistema de transportes (ferrocarril) y servicios públicos (agua y luz), que se financiaron con préstamos garantidos por el Estado.

Los europeos otorgaron empréstitos, realizaron obras públicas y crearon industrias por los bajos costos de la materia prima y la mano de obra americana. Los capitales ingleses se dirigieron hacia las praderas argentinas y uruguayas donde instalaron fábricas y hacia Chile, donde explotaron el cobre. Los capitales franceses y alemanes compitieron con el inglés en el terreno industrial.

Capitales extranjeros y clases dominantes.

La clase dominante de cada país es la que posee el control económico, por eso, el capital extranjero se apoyó en las oligarquías locales, procurándoles la rentabilidad de su dinero. De allí las alianzas entre el capital extranjero y las clases dominantes de Latinoamérica.

El impacto del capitalismo en América no consiguió alterar la estructura social. La sociedad terrateniente y señorial, lejos de ser modificada por el crecimiento “hacia afuera” y, la introducción del capital extranjero y el contacto con el mercado mundial, se acomodó a la nueva situación.

La economía latinoamericana tuvo un bajo nivel de productividad, una inestabilidad crónica y aguda y un nivel de ingreso que seguía en el límite de la subsistencia para la masa de la población. Esta situación de dependencia, de pobreza, de bolsones de marginación y miseria, los grandes espacios con escasa población humana, donde las distancias se miden sólo por el paso del hombre, de ritmo lento y comunicaciones difíciles siguen siendo hoy la gran traba para el desarrollo latinoamericano.

CARACTERÍSTICAS DE UNA AMÉRICA POBRE.

A pesar de la riqueza de recursos, la pobreza y la dependencia estaban implantadas en América a comienzos del siglo XX debido a:
- El predominio de la sociedad rural.
- El sistema de gran propiedad y monocultivo.
- La producción casi exclusiva de productos de exportación.
- La asfixia de las industrias locales.
- El primitivismo de los transportes y comunicaciones.
-La dependencia comercial respecto a los países industrializados.
-La falta de empleo.
- El hambre y la desnutrición de gran parte de sus pobladores.
- Alta mortalidad especialmente infantil.
- Ingreso nacional mal distribuido y reducido.
- Mala administración de los estados.
-Distribución desigual de la población entre el campo y la ciudad.
-Elevado porcentaje de analfabetos. 
Tomado de: Sara Abadie et alt.
 Siglo XIX en Europa, EEUU, América Latina y Uruguay. 
Páginas 65 a 75.                                     
Lee atentamente la información ya que te ayudará a comprender mejor el tema y te permitirá participar más en forma oral en clase. Hay conceptos nuevos que debemos analizar.-
Recuerda que en el libro de historia también puedes profundizar el tema.-