Tras la Guerra de Corea, las tensiones entre los bloques tendieron a calmarse. Comenzaba una nueva etapa en las relaciones internacionales a la que se ha denominado “coexistencia pacífica”. Ésta se habría conseguido, esencialmente, gracias a lo que Jean Duroselle ha denominado “equilibrio del terror”.
Éste último se explica a partir del hecho que la tecnología militar utilizada por ambos bandos logró sobrepasar por primera vez los límites de la destrucción total. Ante tales condiciones, dar comienzo a un conflicto directo, habría significado sentenciar a muerte a la propia población, cuestión a la que ninguno de los dos bandos en pugna llegó a arriesgarse.
El primer cambio que
destacamos estuvo dado a partir del ascenso de nuevos líderes políticos tanto
en Estados Unidos como en la Unión Soviética. El General D. Eisenhower sucedió
a H. Truman en la presidencia norteamericana, asumiendo el cargo entre 1953 y
1960. Mientras que en la URSS, tras la muerte de Stalin (5 de marzo de 1953),
la lucha por la sucesión se inclinó a favor de los sectores más renovadores del
aparato estatal soviético, de entre los que destacan Malenkov, Bulganin y
Kruschev. En este punto se debe recordar que desde 1917 la Unión Soviética
no había establecido código de sucesión.
Tras la muerte de
Stalin, la URSS dio comienzo a una nueva etapa en las relaciones
internacionales. Kruschev como el nuevo líder político de la URSS, luego de
lograr sobreponerse al resto de la camarilla política que aspiraba a suceder a
Stalin, propició una nueva política exterior que va a denominar “coexistencia
pacífica”. Este nuevo concepto significaba básicamente que la URSS no sólo
negaba el recurso a las armas para extender la revolución comunista por el
mundo, sino que rechazaba la idea de que la guerra con el capitalismo era
inevitable.
La visión de Washington no se vio muy influenciada por la nueva política del
Kremlin. En EE.UU. primaba una situación de inseguridad propiciada por el
acceso de la URSS al arma atómica y sus ensayos con misiles intercontinentales.
El lanzamiento del Sputnik en 1957, el primer satélite al espacio por parte de
los soviéticos vino a reforzar ese sentimiento. El candidato norteamericano
Eisenhower había criticado duramente la política de «contención» de Truman,
mientras que Foster Dulles, el que luego sería su Secretario de Estado, había
propuesto durante la campaña electoral de 1952 hacer retroceder a los
Soviéticos a sus posiciones de partida.
Tras el triunfo de Eisenhower, Estados Unidos se embarcó en una política que se
vino a denominar la doctrina de las «represalias masivas». Con ella, como
señala Kissinger, se pretendía explotar teóricamente la ventaja nuclear de
Estados Unidos. Pero lo contradictorio era que esta formulación se elaboró
cuando la ventaja estaba a punto de desaparecer. Se suponía
que la posibilidad de una represalia masiva disuadiría a los soviéticos de toda
agresión y evitaría estancamientos como los de Corea.
No
obstante, la guerra nuclear general pareció ser un remedio desproporcionado
para la mayoría de las crisis que sobrevinieron en el período. Así lo
confirmaron los hechos, pues la política exterior norteamericana no implementó
su estrategia de “represalias masivas”. Al contrario mostró una gran moderación
y en definitiva, se iniciaba un nuevo período en el que las palabras, una vez
más, no correspondían exactamente con los hechos. Ni la política exterior
soviética fue tan pacífica, ni la norteamericana fue tan belicosa.
Así pues, como
señala Charles Zorgbibe con la nueva directiva soviética comenzó un período en
el que aparecieron signos de distensión entre Moscú y Washington: la firma del
Armisticio en Panmunjong en 1953, que ponía fin a la guerra de Corea, los
acuerdos de Ginebra que ponían fin a la guerra de Indochina en 1954, la
reconciliación entre la URSS y Yugoslavia que culminó con la visita de Kruschev
a Tito en 1955 o la firma del Tratado de Paz con Austria en 1955, que significó
la evacuación de las tropas de ocupación y su neutralización.
Estos signos de
distensión no impidieron que las superpotencias afirmaran su hegemonía en sus
respectivas áreas de influencia. La brutal represión de las protestas obreras
en Berlín y Alemania oriental en 1953 por parte del ejército soviético de
ocupación, la represión de la revolución Húngara en 1956 o las intervenciones
de la CIA para derrocar por la fuerza a los gobiernos progresistas de Mossadegh
en Irán en 1953 o Arbenz en Guatemala en 1954, son la muestra de que cada uno
de los bandos estaba decidido a mantener la cohesión de su respectivo bloque.
Como señala Kissinger, también en este aspecto se subrayó el hecho de que cada
bloque guardó respeto por las esferas de influencias ya delimitadas. Esto
último, se manifestó, esencialmente, en la nula reacción manifestada por el
bloque occidental ante la violenta represión que sufrió el levantamiento
Húngaro en 1956 por parte de las tropas soviéticas.
Ahora
bien, el nuevo marco de coexistencia pacífica no significó el fin del
enfrentamiento entre los EE.UU. y la URSS. Si bien es cierto, como ya hemos
analizado, el ámbito de influencias en Europa había sido estabilizado
nítidamente a partir de la consolidación económica y militar de cada uno de los
bloques, no ocurría lo mismo en áreas periféricas. En estas últimas, las potencias
siguieron manifestando sus rivalidades. En el período de la coexistencia
pacífica se produjeron graves crisis que pusieron en peligro el mantenimiento
de la paz mundial. Entre ellas destacamos la crisis de Berlín y la crisis del
Caribe que estuvo a punto de llevar a la “guerra caliente” a soviéticos y
norteamericanos.
Con
ello se puede apreciar que a pesar de los intentos de coexistencia, el clima de
desconfianza entre las potencias no había desaparecido, lo que dio lugar a
crisis tan graves como las de Berlín a partir de 1958 y la de los misiles en
Cuba en 1962. (...)
" Todos los pueblos se
interesan por el mantenimiento y la consolidación de la paz, en coexistencia
pacífica. La guerra no ofrece ninguna ventaja y la paz es conveniente para
todas las naciones. He ahí el principio fundamental que todos los
hombres de estado deberían aceptar como línea de conducta a fin de
realizar las aspiraciones de su población.
... El pueblo soviético desea vivir en paz
con el pueblo americano. Ningún obstáculo nos impide lograr que las
relaciones entre nuestros países se desarrollen sobre las bases de
la buena vecindad... la amistad y la cooperación entre los pueblos
de nuestros países.."
Nikita Kruschev. Fragmento de un
discurso en EEUU, 1959.
"..Pero dos grandes y poderosos
grupos de naciones no pueden estar satisfechos de su política
actual, aplastados como están el uno y el otro por el costo de las armas
modernas,.... y luchando sin embrago el uno y el otro a toda prisa por
modificar ese equilibrio del terror.... Tomemos un camino nuevo ambos bandos,
recordando que la cortesía no es un signo de debilidad y que la sinceridad debe
primar siempre. No
negociemos jamás por miedo, pero nunca tengamos miedo de negociar..."
Jhon F. Kennedy, fragmento del discurso
de toma de posesión, 1961.
TAREA A REALIZAR:
- Lee detenidamente el texto y extrae las ideas principales. Si es necesario busca en un diccionario las palabras que desconozcas.
- Investiga quienes fueron John F. Kennedy y Nikita Kruschev
- Realiza un análisis de cada uno de los fragmentos de los discursos
- Teniendo en cuenta tus respuestas en el ejercicio anterior, realiza un análisis comparativo
- Debes ampliar la información sobre el tema para poder debatir en clase.-